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Entrevista al Obispo a los diez años de su llegada a Málaga

La Revista DiócesisMálaga entrevista a Monseñor Catalá Ibáñez con motivo de su décimo aniversario como obispo de nuestra Diócesis. En ella, Don Jesús habla sobre su llegada a Málaga, su fe, sus anhelos y la realidad diocesana.

«El tiempo en activo que el Señor me conceda desearía seguir dedicándolo a esta querida Diócesis malacitana»











¿Le sorprendió su nombramiento como obispo de Málaga?

Fue una gran sorpresa para mí, porque no esperaba que me trasladaran de diócesis, dada la preparación de la Jornada Mundial de la Juventud, que tenía que celebrarse en Madrid en 2011 y porque la diócesis de Alcalá de Henares, donde me encontraba, iba a ser una sede subsidiaria.

Mi nombre había sonado para diversas diócesis; era una especie de baile: unos te destinaban a un sitio y otros a otro. Al final el Señor te lleva donde Él quiere. Ser hijo de obediencia implica sus renuncias. Uno no va donde quiere, sino donde le envían. Se trata de aceptar la voluntad de Dios, mediatizada por quien ejerce la autoridad. Fruto de esa obediencia llevo girando por el mundo muchos años: Valencia, Roma, Alcalá de Henares y ahora Málaga.

Mucha gente opina que los nombramientos episcopales se comunican al interesado mucho tiempo antes de su publicación; la verdad es que suelen comunicarse unos quince días antes. En Málaga se esperaba un nuevo obispo desde la presentación de la renuncia por parte de Mons. Antonio Dorado (2006). Pero un servidor no supo nada hasta finales de septiembre de 2008 y mi nombramiento se publicó dos semanas después.

¿Cómo recuerda el día de su toma de posesión como obispo de la diócesis?

De ese día tengo un recuerdo muy grato y gozoso. En la celebración en la Catedral, que estaba completamente llena, había una buena representación de obispos de varias diócesis, numerosos sacerdotes diocesanos y de otros lugares y muchísimos fieles. Después me explicaron que habían participado de todas las parroquias, comunidades, asociaciones y movimientos de la Diócesis. Al final pude recorrer la Catedral para saludar a los presentes. Me habían dicho que en Málaga apenas llovía; pero ese día nos acompañó la lluvia y siguió estando con nosotros durante ese invierno. Algunos lo interpretaron como un bien que había llegado con el nuevo obispo.

¿Quién es Jesucristo para usted?

No es necesario explicar mucho esta pregunta. Jesucristo lo es todo para quien cree en Él y lo deja entrar en su vida. Él te invita a seguirlo, propone tu plan de vida, tu trabajo, tus destinos; y a nosotros toca responder cada día a su llamada. Como lo hizo la Virgen María, cuya fiesta celebramos ahora en Adviento.

¿Qué aporta el Evangelio a la sociedad malagueña y melillense?

El Evangelio es la “Buena Nueva” más importante que ha recibido la humanidad, porque el Verbo eterno ha entrado en la historia del hombre para transformar su vida y salvarla; eso es lo que celebramos en la Navidad. El Evangelio aporta: luz sobrenatural ante la oscuridad; verdad, ante tanta mentira; paz, ante los flagrantes odios, rencores y guerras; camino verdadero a seguir, ante los miles de vericuetos que no llevan a ninguna parte; alegría, en medio de la tristeza; gozo, ante tanto dolor; esperanza, ante situaciones que parecen insoportables; amor verdadero, ante las falsas muestras de amor. Y muchas cosas buenas más, que son dones del Espíritu de Dios.

Leemos que Jesús pasó haciendo el bien; ¿cómo está pasando Jesús Catalá por su Diócesis?

Ya me gustaría pasar como Jesús, “haciendo el bien”. Cada cual tiene su forma de ser y de actuar; un servidor disfruta con la misión que el Señor le ha encomendado, trabajando día a día sin grandes pretensiones ni planes fantasiosos; soy muy realista.

Mi voluntad y mi deseo es hacer el mejor bien posible por donde paso y me encanta estar con la gente, como pueden ver los fieles cuando realizo la Visita Pastoral a las parroquias, compartir y dialogar con las personas, sobre todo con los sacerdotes, que son mis estrechos colaboradores.

Solo deseo ser fiel al Señor, que me ha llamado a desempeñar este hermoso y sublime ministerio episcopal, que me transciende y me enriquece.

¿Cómo es la Diócesis de Málaga?

La Diócesis de Málaga es muy grande, tanto en población y territorio, como en retos pastorales. Tiene más de dos millones de habitantes, aunque no todos estén censados aquí; la costa recorre unos 160 kilómetros; hay, además, una gran zona de montaña en su interior. La componen 251 parroquias y unos 300 sacerdotes. Hay 18 monasterios femeninos de clausura; 32 comunidades de religiosos y unas 80 comunidades de religiosas de vida activa. Estos datos pueden ayudar a hacerse una idea de la complejidad de nuestra Iglesia diocesana.

¿Qué retos tiene la Diócesis malacitana?

Tenemos tres grandes retos pastorales principales: ¿Cómo hacer cristianos hoy? Es decir, cómo evangelizar a los no-cristianos, para que abracen con libertad la fe católica. ¿Cómo ayudar a crecer, madurar y formar a los ya bautizados? Existe mucha ignorancia religiosa y poca práctica de vida. Y ¿cómo iluminar nuestra sociedad con la Luz del Evangelio, para mejorarla y transformarla?

Tras diez años en la diócesis ¿qué le duele al obispo de Málaga?

En estos diez años hemos intentado animar todas las realidades eclesiales; pero no resulta fácil conjuntar un trabajo tan amplio ni consensuar unos criterios pastorales comunes. Ese sigue siendo un reto pastoral abierto.

Otro campo que me duele como obispo es la falta de vocaciones a la vida consagrada y al sacerdocio. También resulta problemático el descenso del número de sacerdotes y la alta edad media de los mismos.

Queda mucho por hacer, porque ser cristiano es tarea de toda la vida. Como decía san Agustín: “Con vosotros soy cristiano; para vosotros soy obispo”. Como cristiano necesito convertirme cada día más al Señor y serle más fiel.

¿Qué le pide al presbiterio diocesano?

Los presbíteros son los colaboradores necesarios y más estrechos del obispo. A los presbíteros les pido lo mismo que me exijo a mí: generosidad a la llamada que Dios nos hizo y fidelidad a la misión que se nos ha encomendado.

Todos deseamos un presbiterio más fraterno, más coordinado, más familiar, más fiel a los criterios pastorales y a la normativa de la Iglesia. Pero cada uno tiene su personalidad propia, sus convicciones, su forma de ver las cosas y, a veces, resulta difícil un consenso en el trabajo pastoral. También es necesario un poco más de creatividad, para afrontar los nuevos retos que tenemos delante.

¿Qué les pide a las personas de especial consagración de la diócesis malacitana?

Las personas que llamamos comúnmente de “vida consagrada” se comprometen libremente a seguir a Jesucristo en pobreza, castidad y obediencia, profesando así lo que llamamos “consejos evangélicos”.

Su tarea es imitar la vida de Jesús pobre, obediente y virgen. Su vida de consagración es lo más importante; son signo y presencia de la vida futura; son ejemplo claro y radical de la existencia de Dios; nos recuerdan cada día que “Solo Dios basta” (santa Teresa de Ávila). Desde este seguimiento estrecho con la persona de Jesucristo llevan a cabo tareas propias de su carisma fundacional: anuncio del Evangelio, enseñanza, cuidado de enfermos, niños y ancianos; pero todo esto es circunstancial, porque lo importante es su consagración especial. En nuestra diócesis les pedimos que vivan con alegría y entusiasmo su seguimiento de Cristo y animen a los jóvenes a responder con generosidad a la llamada del Señor.

¿Qué les pide a los seglares de nuestra diócesis?

Los seglares tienen su misión propia, recibida en el bautismo, de vivir como discípulos de Cristo, anunciar el Evangelio, hacer un mundo mejor, transformar la sociedad y sus estructuras a la luz de Cristo. Les pido que procuren realizar bien la misión que se les ha confiado. Un servidor no desea ponerles más tareas; ya tienen bastante.

¿Debe la Iglesia meterse en política?

En las últimas décadas en España ha habido una fuerte campaña, bien orquestada, exigiendo a la Iglesia “que no se meta en política”. Ya hemos visto cuál es la misión de los cristianos, especialmente de los laicos: transformar la sociedad a la luz de Evangelio.

Solo se puede mejorar una sociedad desde dentro. Los cristianos son “fermento” dentro de una gran masa que vive alejada de Dios y se comporta como si Dios no existiera. La luz del Evangelio debe iluminar todas las dimensiones del ser humano, porque nada hay “humano” que sea extraño a la fe cristiana. Por tanto, la Iglesia, a través de sus miembros, que son ciudadanos de la sociedad, debe meterse en política, es decir: los cristianos tienen la vocación y la misión de transformar las estructuras sociales para mejorarlas: familia, vida, cultura, economía, política, enseñanza, leyes, arte. Y eso lo ha hecho la Iglesia desde hace dos mil años. ¡Basta ya de que quieran arrinconar a la Iglesia en las sacristías y en los templos! ¡Basta ya de pretender apagar su voz, que es la única que en muchas ocasiones defiende la voz de los más débiles, la de los más necesitados, e incluso la de los no-nacidos!

¿Qué opinión le merecen los resultados de las elecciones andaluzas?

Las elecciones son el modo político que nos hemos dado los ciudadanos para elegir a los representantes en el gobierno. Caben muchas formas de elecciones, como también de gobierno, pero tenemos las que hemos consensuado. Me parece muy bien que los ciudadanos hayan elegido libremente a sus representantes en el Parlamento Andaluz, sean del color político que sean; nadie tiene mayor derecho que otro a existir en el amplio espectro político.

Resulta antidemocrático que algunos ciudadanos, incluidos algunos políticos y gobernantes, pretendan eliminar la presencia de quienes no piensan como ellos. Todos los representantes políticos salen de las urnas; y todos ellos tienen derecho a exponer y a defender sus ideas.

Hemos celebrado el 40 Aniversario de la Constitución Española. ¿Qué le parece la idea de reformarla?

La Constitución Española es el texto legislativo y la Carta magna más importante que hemos aceptado los españoles para una convivencia pacífica. Ha sido reformada ya en dos ocasiones; no veo inconveniente en que se pueda reformar de nuevo en aquellos aspectos que convenga hacerlo, para adaptarla mejor a los tiempos actuales, siempre que haya el consenso necesario. La misma Constitución prevé todo eso.

Algunos políticos critican las inmatriculaciones de bienes inmuebles por parte de la Iglesia Católica. ¿Tienen razón en su crítica?

La Iglesia lleva existiendo más de dos mil años. Y es normal que en todo este tiempo haya construido lugares de culto, de reunión y de actividades para llevar a cabo su misión. Hay muchos bienes inmuebles que la Iglesia ha construido, usado y mantenido desde hace cientos de años.

Los que critican las inmatriculaciones que ha hecho la Iglesia Católica no tienen razón alguna. Existen ya muchas publicaciones por parte de verdaderos expertos en la materia (juristas e historiadores) que lo explican; no es necesario exponer aquí dichas razones. Solo recordar que la inmatriculación o inscripción de un bien inmueble en el registro no otorga la propiedad a quien lo inscribe, porque ya la posee antes de su inscripción.

¿Qué es lo que más le cuesta como obispo?

La tarea de un obispo es muy compleja y variada. Debe tratar temas muy diversos: litúrgicos y sacramentales, teológicos, pastorales, jurídicos, económicos, arquitectónicos, sociales, culturales. Muchas personas e instituciones requieren la presencia del obispo, que no tiene el don de la bilocación, gracias a Dios; el obispo no puede acudir personalmente a todos los reclamos. Esto es lo que peor llevo; me gustaría poder atender mejor a todos.

De todos modos, estoy muy contento de poder ofrecer lo mejor de mi vida a la Iglesia y de intentar llevar adelante todos los temas que corresponden al gobierno de esta Diócesis. Me considero una persona con buen ánimo; y no me achantan los problemas ni las dificultades, al contrario, me animan y me hacen crecer.

¿Qué es lo más inteligente que se puede hacer en esta vida?

El Evangelio nos da la respuesta: encontrar la perla preciosa y darlo todo por ella (cf. Mt 13,45). Y el cristiano puede decir que ha encontrado la Persona que es el tesoro de su vida: Jesucristo.

Hay cosas que importan de verdad y otras que no tienen apenas valor. Lo que es accidental puede cambiar y se puede prescindir de ello; pero lo que es fundamental y esencial para la vida de un cristiano no pierde nunca su valor. Ser feliz consiste en descubrir lo que más valor tiene y amarlo hasta la muerte. Podemos desprendernos de cosas externas, históricas, cambiantes, superfluas; pero no podemos prescindir de lo que verdaderamente da la felicidad eterna.

¿A vivir se aprende? ¿Y a ser obispo?

Naturalmente. Se aprende a ser padres, hijos o hermanos; se aprende a ser discípulo del único y gran Maestro; se aprende a crecer como persona; se aprende a ejercer una profesión; y se aprende a desempeñar una tarea vocacional, como ser sacerdote y obispo. La misión del obispo es una hermosa tarea y una inefable escuela de vida.

¿Qué obras sociales realiza la Diócesis?

Además del anuncio del Evangelio y la celebración de la liturgia y los sacramentos, que son las acciones más importantes que hace la Iglesia, también realiza una serie de obras sociales destinadas a mejorar la vida de las personas y de la sociedad. Ya hemos comentado anteriormente la importancia de transformar el mundo a mejor.

Las tareas sociales más concretas y cercanas a las personas se realizan en las parroquias y en las comunidades cristianas. Allí son atendidos los más necesitados, sin tener en cuenta su condición religiosa, étnica, social, política o cultural. La expresión más conocida de esta acción social son las “cáritas parroquiales”.

Además, existen otras estructuras de ámbito diocesano como es la “Cáritas Diocesana”. A través de ella se mantienen varios centros de acogida y atención a personas sin recursos: Colichet (enfermos de sida), Buen Samaritano (residencia de mayores), Pozos dulces (personas sin hogar), Cottolengo (personas que no tienen ninguna ayuda social), Calor y Café (gente que vive en la calle), Apartamentos para personas con gran riesgo social. Y otros muchos servicios sociales, como el voluntariado en las cárceles, hospitales y residencias de mayores. Y también hay que añadir todas las obras sociales que llevan a cabo las asociaciones y movimientos eclesiales, las cofradías y hermandades, las congregaciones religiosas.

Si las obras sociales que realiza la Iglesia Católica se paralizaran, los gobiernos se verían en un gran apuro; porque no destinan recursos suficientes para resolver todas estas necesidades de los ciudadanos.

¿Qué obras culturales realiza nuestra Diócesis?

La Iglesia ha sido siempre una gran promotora de la cultura, iluminada por la luz del Evangelio. De todos es conocido el gran patrimonio cultural y artístico (pictórico, escultórico, arquitectónico, literario, musical, etc.) que ha producido la Iglesia a lo largo de los siglos. Nuestra Diócesis tiene muchos templos que son monumentos históricos; y gran cantidad de documentación archivística y de obra musical y pictórica.

Dentro del campo cultural hemos de tener en cuenta el campo educativo. En nuestra Diócesis se construyeron en el siglo pasado más de 250 Escuelas-Capilla, para ofrecer enseñanza y formación religiosa a núcleos rurales de población, desasistidos por los gobiernos de turno. De aquella iniciativa es hoy heredera la Fundación Victoria con más de 30 Colegios Diocesanos, que siguen ofreciendo una formación de calidad con ideario cristiano.

En la actualidad hay bastantes colegios regentados por organismos de la Iglesia, al amparo del derecho constitucional que tienen los padres: “Los poderes públicos garantizan el derecho que asiste a los padres para que sus hijos reciban la formación religiosa y moral que esté de acuerdo con sus propias convicciones” (cf. Art. 27, 3). La Iglesia ofrece la posibilidad de ejercer ese derecho a los padres que lo piden. Esto no es ningún privilegio de la Iglesia, sino un derecho de los padres.

¿Qué le diría a quien se esté planteando si Dios lo llama para consagrarse enteramente a Él?

Quien perciba que Dios lo llama para consagrarse de forma especial a Él, que no dude en responder con generosidad y prontitud a esa llamada, porque eso será su felicidad.

¿Desearía terminar sus días en nuestra diócesis?

Ciertamente. La Diócesis de Málaga, como hemos dicho anteriormente, es una gran diócesis, que necesita tiempo para ser conocida adecuadamente y para poder llevar adelante los proyectos pastorales que estamos trabajando. El tiempo en activo que el Señor me conceda desearía seguir dedicándolo a esta querida Diócesis malacitana. Desde el primer día me he sentido aquí como en casa propia; acogido, querido y aceptado. Eso no quiere decir que no haya dificultades y problemas; pero considero que sería bueno consolidar algunos criterios pastorales y llevar adelante algunas iniciativas comenzadas.

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