Tras más de 50 y 25 años vuelven a rezar en la capilla del Seminario, aquella a la que fueron el día en el que comenzaban su vida sacerdotal y le pidieron al "Pastor Bone: fac nos bonos pastores" (Pastor Bueno: haznos buenos pastores).
Y es que, este año celebran sus bodas de oro sacerdotales Antonio Munsuri, Antonio Ariza, José Fenoy, José María Ramos Villalobos, Pedro Fernández, Antonio Pérez Sanzo, Alfredo Salazar Caubilla y Francisco Villasclaras. Mientras que Víctor-Hugo Andrade, John-Fredy Echavarría, Luis Javier Reyes, Reinaldo Aguilera y Jorge Ordeig, celebran sus bodas de plata.
Con motivo de la festividad de San Juan de Ávila, Patrono del Clero, está previsto que los sacerdotes celebren su tradicional encuentro en Casa Diocesana el 12 de mayo. Un día, en que estos «colaboradores del Señor», como los llama José Fenoy, celebran que «vale la pena ser cura» y, como recuerda Antonio Ariza «lo más importante es sentir que Dios nos ama a cada uno, por su bondad, no por la nuestra».
Por su parte, Francisco Villasclaras afirma que lo que más le ha «gratificado durante estos años es contentar a alguien, ayudar a las personas a ser felices y que quieran ser cada día mejor persona».
El padre pasionista, Antonio Munsuri Cuesta, todavía recuerda cuando le decían sus formadores «que Dios se sirve de cualquier cosa para llamarnos» y después de 50 años de vida religiosa sigue viviendo su día a día como él mismo afirma «feliz y con mucho trabajo». En este sentido, Alfredo Salazar tiene claro que «merece la pena gastar la vida dando a conocer la persona de Jesús» y José María Ramos Villalobos afirma con rotundidad, que «vale la pena ser sacerdote».
Además, el trinitario Pedro Fernández Alejo explica que «estos 50 años han sido de alegría poder transmitir lo mejor de mí mismo a los demás, especialmente a los sectores más marginados, como lo vivo y lo siento desde el carisma trinitario». Antonio Pérez Sanzo recuerda que como sacerdotes debemos «acompañar en el camino desde Jesús: amar, perdonar, ayudar, estar cercano, darse, ser sencillo, humano, hermano. Y siempre disponible». En definitiva, todos coinciden con José Fenoy cuando afirma que «lo más importante en todos estos años es ser el instrumento que Dios ha elegido, no por lo méritos propios, para que colabores con Él y seas su intermediario entre Dios y la gente. Y servir a la gente a través de los sacramentos y también orar mucho por tu pueblo».
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